PARA
UN ALCALDEJO “GODO” DEL PP
Así
lo dio a entender el alcaldejo de un municipio de la península, “de cuyo nombre
no quiero acordarme” –como comenzara Miguel de Cervantes su inmortal obra Don
Quijote de la Mancha- perteneciente al PP, en unas declaraciones efectuadas
para la SER, en las que, además de faltarle el respeto a todo un Ministro del
Gobierno Nacional, José Manuel Soria –que no goza, precisamente, de mi
estimación y simpatía por ser uno de los máximos traidores políticos a Gran Canaria, pero no
por ello aplaudo ni acepto la grosería con la que fue tratado por este
malhablado primer edil municipal, además de su mismo partido, que lo llamó
¡Tonto de su parte trasera!- arremetió ferozmente contra nosotros, afirmando
que vivimos gracias a las subvenciones estatales –o sea que somos unas
sanguijuelas que le chupamos los dineros a ellos, los verdaderos y auténticos
españoles, que son los que nos mantienen- y que deberíamos irnos con los moros.
¿Qué es lo que se cree esa gente?, preguntó. –no es textual al cien por cien,
pero sí el contenido de su energuménica y dislatada verborrea-.
No
comprendo como en la SER no le cerraron el micrófono cuando comenzó con sus
estentóreos ladridos contra los vampiros canarios, porque una cosa es la libre
y elegante expresión de las ideas, y otra el insulto al pueblo de una Comunidad
Autónoma, tanto o más española que la suya; como no lo sancionaron en su
partido, suspendiéndolo de su militancia o expulsándolo, que hubiese sido lo
correcto porque “elementos” de su calaña lo desprestigian; como las autoridades
cabildicias y municipales de todas las islas, fueran o no del PP, no le
replicaron adecuadamente; como Paulino I el Grande, Zar de todas las Canarias,
no expresó airadamente su protesta, amenazando incluso con la declaración de
guerra; y como la mayoría de los medios de difusión del archipiélago no
publicaron inflamados editoriales censurando a este tipejo e informándole, por
si no lo sabe, que después de la “incivil” guerra de “liberación de la patria”
acaudillada por el sanguinario general rebelde a la II República, Pacorro
Franco, para “matar el hambre” de los peninsulares se llevaban nuestro
despreciable gofio, y que el gobierno del “salvador y redentor” de España, en
la gloriosa y cristiana “cruzada”, se apoderaba de las divisas generadas por
los exportadores canarios de plátanos y tomates al Reino Unido, principalmente,
y solamente les “devolvía” una pequeña parte, mientras la restante, la más
importante, la dedicaba a favorecer a los industriales vascos y catalanes, principalmente,
así como a otras regiones españolas, que no recuerdo ahora con precisión porque
esto me lo contó mi padre siendo yo muy niño.
Esta
reprobable ofensa a nosotros, los canarios, ha retrotraído mi memoria a la
primera actuación de la U.D. Las Palmas en la Primera División de la liga
nacional de balompié, en la temporada 1951-52, cuando tendría yo 15 ó 16 años.
Resulta
que los equipos peninsulares se quejaban
por venir a jugar aquí solamente una vez mientras que el, voy a decir nuestro,
tenía que desplazarse varias veces a la península. En una ocasión el presidente
de uno de esos equipos –no recuerdo cual fue- realizó unas desafortunadas y
despectivas declaraciones sobre nuestras islas, subestimándolas con la
denominación de “colonias” y que éramos cuasisalvajes, que ocasionaron una
airada reacción con “alteraciones del orden público” –expresión muy querida y
utilizada por el franquismo-.
La indignación canaria –que incluyó también a
franquistas y falangistas muy destacados y conocidos, que lucharon en la
lamentable y condenable guerra fraticida, pero canarios a fin de cuentas- llegó
a tal extremo que un locutor peninsular, de nombre Ignacio Hilario de la Mota –creo-,que
en aquella época trabajaba en Radio Las Palmas, redactó un artículo que tituló
“Algo que tiene más importancia de lo que parece” –lo recuerdo perfectamente
porque quedó grabado en mi memoria de adolescente-, en el que censuraba esa
actitud despreciativa hacia nosotros, que ofendía además y gravemente a los y a
las peninsulares que aquí vivían y trabajaban, que habían formado familia
casando con mujeres y varones nativos, teniendo descendencia canaria, y que si
querían que se perdiese al archipiélago por las mismas causas que se perdieron
las colonias americanas (esta es la síntesis).
Este artículo tan
“revolucionario” en plena tiranía franquista, y que no sé como pasó la tremenda
censura que existía, lo leyó por los micrófonos de la susodicha emisora, y tuvo
tal impacto que lo publicó el periódico Falange –único que entonces había- paradójicamente
órgano oficial del Movimiento.
Después de 60 años aproximadamente, y en la
España democrática – en teoría y según la Constitución-, de tiempo en tiempo
aparece algún godejo trasnochado y desfasado, con ínfulas de conquistador –en una ocasión uno
de estos “elementos” me espetó en la playa de El Inglés”, cuando le indiqué que
estaba molestando a unas jóvenes, que él estaba aquí por “Derecho de
conquista”; los amigos me impidieron que le replicase como merecía su estúpida
arrogancia, porque no hubiese aguantado una bofetada mía- que sigue
considerando colonia a Canarias, avalando las tesis independentistas de don
Pepone, Cubillo, Víctor Ramírez y algunos pocos a láteres “luminados” por el
“padre” de la Patria Canaria, Secundino Delgado.
Carmelo
Dávila Nieto
Exvotante
del PSC-PSOE.
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