sábado, 11 de diciembre de 2010

LO QUE PLANTA CADA UNO:

Toda vez que uno, tiene la costumbre de leer los periódicos, y ello a pesar de las mentiras que nos cuentan, o las verdades que no dicen, y ver cómo echan balones fuera -para despistar-, y nada dicen sea serio o de investigación; a pesar de la poca valía de los mismos, por estar comprados por los políticos, que hacen uso tortilleros de los mismos, haciéndolos comulgar con sus tropelías y corruptelas, digo, que a pesar de los pesares y sin darse cuenta, o sin querer, nos sirven de confrontación -cosas que ellos no hacen-, pero que cualquier lector inteligente se da cuenta de inmediato, y así les voy a dejar claro, citando las fuentes -los dos que leo a diario el Can 7 y la Provi, que nos dicen, “lo que planta cada uno”: el cabildo por su lado, y la gente del campo, por el suyo. Pues, veamos, y juzguen ustedes, quién de los dos están acertados (repito: por un lado lo que planta el campesino, de toda la vida; y lo que planta el cabildo desde los años 50, del siglo pasado, hacia acá  [o hasta el presente]):
 
- el cabildo: en el área de Doramas, plantó estos días atrás más de 220 ejemplares de laureles, barbusanos, palos blancos y fayas.
+ Josefa García: “Perdí muchos frutales en varios sitios, y apenas se han recuperado, ya que no tienen fuerza…”
 
- el cabildo: transforma una finca con 13.000 árboles, con pinos canarios, helechos, brezos, tiles, viñátigos, acebiños y otros árboles (sin precisar).
+ Alfredo Álamo: “Perdimos todos los árboles frutales, y apenas nos han dado una quinta parte, de lo que vale una planta…”
 
- el cabildo: ha plantado 30 hectáreas, de pino canario, fayal-brezal, laurisilva, viñátigos, laurel, til, acebiños, madroños, entre otros.
+ María Jesús Rivero: “El fuego hizo mucho daño a todos los frutales, que todavía no se han recuperado…”
 
- el cabildo: en fincas agrícolas abandonadas, en fincas privadas, aptas para la repoblación van a plantar especies forestales (ya citadas, para no repetir).
+ Eulogia Santana: “… el fuego me pasó por la huerta del Lomito: ciruelos, peras, tuneras, albaricoques…”
 
- el cabildo: un bosque en el Lomo de Piedras, plantó 3.000 árboles, pinos canarios, brezo, madroños y fayal.
+ Emiliano García: “Ya no pedimos nada, ¿quién devuelve aquellos frutales y aquellos tunos?...”
- el cabildo: 32.000 árboles en Pico Rayo, repleta de fayas, mocanes, barbusanos, laureles, estrelladeras…
+ Jacinto Martín Sánchez: “… tardaré más de cinco años en contar con la misma cantidad de frutas”.
 
- el cabildo: reparte en el Mercado de la Biosfera especieros, palmeras, dragos, tabaibas, beroles…
+ Macarena Hernández: “… un aguacatero de veinte años no se paga con una mata de un mes…”
 
- el cabildo: realiza actuaciones de gestión  de recursos naturales en planes de reforestación, con una baja en el cultivo…
+ José Martel Rodríguez: compró una finca de cuatro fanegadas para dedicarse a… la agricultura… a lo que se dedicaba su padre… (*)
 
Y, aunque tenemos citas, para marear a un santo, creo que con los ejemplos puestos, con nombres y apellidos -repito: sacados todos de los periódicos-, es como para sacar una conclusión, bien a las claras, y que pueden verla hasta los ciegos: mientras el cabildo nos mata -porque incluso quiere arrancar las tuneras comunes, y las indias, por considerarlas plantas invasoras, aunque dan qué comer; en cuanto a lo que el cabildo planta, no creo que ni los animales se alimentan de eso, menos las personas; y ¡qué distinta la sabiduría de los hombres y mujeres del campo, que solo plantan árboles frutales, y de tal modo y manera, que en sus tierras, no se ve un pino, ni nada de lo que el cabildo planta, ni por equivocación, y curioso, que el cabildo, ande al acecho, a ver si alguien abandona una finca agrícola y por tanto con árboles frutales, para ir enseguida, con Gesplán y con cuantos se precien ecologistas, del sin tabaco, caja o banco, con niños de jardín de infancia o escolares de ocho años, a plantar la isla de ruina y hambre, porque a mí -hombre del campo que soy- que me lo explique, como decía el Macario de José Luis Moreno, qué fruto da la faya, qué se como del viñátigo, y si la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria,  investiga cómo poder comer pinocha sin reventarnos en el intento.
 
Ya es grande y grave, todo el pueblo, llano y sencillo, en sus tierras y posesiones, solo plante comida, y el cabildo planta hambre (y encima va a plantar más árboles estériles en donde siempre se plantó frutales). Que da pena, no te planta el cabildo una higuera, ni por equivocación; que la cumbre toda es tierra de castaños, nogales, y manzaneras (en Los Llanos de la Pez, se pueden ver los perales y manzaneras, con nogales y castaños de toda la vida, rodeados de pinos destructores de frutales), de almendreros y de cuanto da y de comida, y que científicos, economistas, ingenieros, capataces, responsables, jefes, botánicos, consejeros, especialistas, técnicos, etc., etc. solo vean donde plantar pinos y viñátigos, barbusanos y madroños, es algo que clama al cielo, y es como para echarlos del cabildo a patadas o pedradas, y solo colocar en el mismo, al que en la inmediata campaña electoral (ya hay candidatos de todos los partidos al cabildo), solo le demos el voto, al que nos diga va a arrancar los pinos -como lo están haciendo ya en La Gomera- y nos van a plantar árboles frutales, según la zona, tierra y clima. Porque esta es otra: aquí sabemos todos dónde la tierra del olivar (¡pues no señor: el cabildo te planta acebuches, y así todo al revés y en contra de la tradición y de la sabiduría de los analfabetos hombres del campo!).
 
Que ya está bien da tanto desatino. Que de los citados entremezclados con el cabildo, no hay ni uno, que se lamente por la pérdida de un pino, que se lo quemara el último incendio, sino que todos al cien por cien, lloran el árbol o árboles frutales que les quemó el fuego, pues de ellos comían y vivían, pero ¿quién come de los pinos y de las basuras que planta el cabildo? El cabildo se ha convertido, en el peor enemigo de Canarias, de Gran Canaria, de Las Cumbres, de las Medianías, de esta pobre isla, que como deje de entrar fruta -y todo lo demás por el puerto-, morimos como ratas, porque el cabildo solo planta muerte.
 
El cabildo, va contra corriente, contra la gente, contra todo, contra todos…
 
Acabo, con una anécdota: le decía a mi hermano -a uno de ellos- que me iba con un par de amigos de “jullonas”, a cargar las pilas, para entrar en contacto con la naturaleza, y me dice: “¡Dile a tus amigos, cuando veas un pino, éste almendrero está a punto de echar almendras!”
 
Resumen: a todos los afectados por el fuego, se les quemaron los frutales; y el cabildo va, y les planta pinos (¡viva la coherencia!).
 
El Padre Báez, que les recuerda: de Tamadaba, bajaban cada semana dos camiones de frutas al Mercado capitalino, años atrás y trabajaban hasta cincuenta hombres en la agricultura y ganadería del lugar; lo plantaron todo de pinos, y de allí ahora: ¡absolutamente, nada!
 
         (*) Note el amable lector, el signo negativo del cabildo; y el signo positivo de la gente del campo; lo débil del trazado del cabildo, y el subrayado -en negrita- de los dichos de los sabios del campo. También, cómo “cabildo”, se escribe con minúscula (al menos, mientras no cambie de política de árboles de hambre, por los frutales [con los que se reforestan igualmente la isla]).

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