Me produce una gran pena el enorme sufrimiento que desde hace muchísimos años, tantos que se pierden en la historia periodística de nuestro archipiélago, está padeciendo el "bonísimo" don Pepone, editor, editorialista y "criterista" -todo a la vez- de el Día-rrea de la capital de Chicharrelandia por esas tres obsesiones que le atormentan sin solución de continuidad: el calificativo GRAN antepuesto al nombre de Canaria, el tren al Sur de nuestra isla y la irrenunciable independencia de las Islas Canarias de la opresora España, que les arrebata y saquea descaradamente todas las enormes riquezas que poseen y generan, como las numerosas minas de metales preciosos y los yacimientos petrolíferos que contiene el mar que las rodea.
Tremendo padecimiento el de este hombre, "justo e imparcial" donde los haya, que ve, impasible al desaliento, como absolutamente nadie le sigue en sus pretensiones independentistas, salvo media docena escasa de "iluminados patriotas", entre los que se encuentra el hombre que provocó con la colocación de unas bombas caseras en el aeropuerto de Gran Canaria el máximo accidente mundial de aviación en el aeródromo de Los Rodeos, con más de quinientas víctimas, por el que ostenta la bochornosa y lamentable plusmarca universal de los desastres aéreos, aunque ocurriera en tierra no en el aire por las pésimas condiciones meteorológicas -la persistente niebla- del referido centro aeroportuario lagunero, en el que ya se habían producido con anterioridad varios siniestros, y que incomprensiblemente continúa abierto -en cualquier otra nación con un mínimo de responsabilidad política, de la que, lamentablemente, España continúa alejadísima, habría sido clausurado sin dilación-, y con millonarias inversiones pagadas por todos los españoles -incluidos los canarios de las restantes islas-, esos que son nuestros opresores y esquilman nuestras incontables riquezas. Escribía más arriba, porque me he perdido un poco en la redacción de este artículo, que entre esa media docena de "Padres de la Patria Canaria" se halla el hombre que provocó ese horrible accidente de aviación en el peligrosísimo aeropuerto de Los Rodeos al haberse desviado a él los vuelos que se dirigían a Gando por la amenaza de bombas, (quizá también hubo cierta precipitación en el director del aeródromo grancanario al cerrarlo, pero hay que comprenderlo porque él no sabía la potencia de los artefactos), que no es otro que ese adalid de la independencia de Canarias, fundador y "cerebro" del MPAIAC, Antonio Cubillo Ferreira, descendiente directísimo de los menceyes, como demuestran categóricamente sus dos apellidos, de sólida raigambre canaria, sobre todo tinerfeñona, y que por su culpa también sufrió mutilaciones en su cuerpo una inocente trabajadora de una floristería en el aeropuerto de Gran Canaria.
Cubillo, como buen chicharrerón, no ordenó la colocación de esas bombas caseras en el de su isla natal sino en el nuestro, para perjudicarnos, esto lo considero indiscutible, pero el proyecto le salió al revés, desgraciadamente para las víctimas, y sus seguidores "grancanarios" le obedecieron sin objeciones; seguro que si lo hubiera planificado para Los Rodeos sus acólitos chicharrerones no le habrían hecho caso; también cabe la posibilidad de que las bombas las colocara un comando chicharrerón desplazado para ese fin a nuestra isla, lo que no nos sorprendería.
Estoy por considerar, por el calibre de las mencionadas tres fijaciones en la mente de don Pepone, que no cesa de repetir en todos sus escritos, que aunque no los firme -lo que demuestra, además, su cobardía- se adivina su autoría por la reiteración constante, continua y sistemática de ellas, que -y no pretendo constituirme en psiquiatra- este "sanote y noblote" sujeto padece una agudísima paranoia -"Perturbación mental fijada en una idea o en un orden de ideas", la define la Real Academia de la Lengua Española-, lo que le disculparía al ser una grave enfermedad mental, que supera su intelecto, concediéndole que lo posea. Pero para llegar a este diagnóstico -la paranoia- sería necesario un profundo examen por expertos en psiquiatría, que estimo debería ser tomado en consideración por las autoridades políticas, tanto nacionales en el tema de la independencia ya que reiterativamente está incitando al pueblo canario a la rebelión y desobediencia civil, en palmaria conculcación de la Constitución, y por las locales, o sea las que representan a Gran Canaria, la isla insultada y vejada por él, a la que califica, entre otras "lindezas", de rapiñadora de los dineros, derechos e instituciones tinerfenonas, que es lo mismo que llamarla ladrona. Así de claro.
Y si esos profesionales expertos en examinar y analizar la mente humana para detectar sus enfermedades dictaminan que don Pepone padece paranoia, pues que se le inhabilite para seguir escribiendo porque en modo alguno puede consentirse que un demente esté continuamente agrediendo con sus escritos a los habitantes de una isla -Gran Canaria- y a los de una nación -España- en la que están integradas nuestras islas desde hace varios siglos, al margen de que sus conquistadores cometieran desmanes, injusticias y atropellos con los aborígenes, que ni disculpo ni justifico -¿Cómo se mantiene todavía el nombre del sanguinario exterminador Pedro de Vera en una calle de Las Palmas de Gran Canaria?-, pero si, en cierto modo son comprensibles por la mentalidad de aquellas épocas. ¿Qué conquista de cualquiera país europeo no se realizó por la fuerza de las armas y fue incruenta? Que se repase la historia universal. ¿Y no continúan ejecutándose crueldades en pleno siglo XXI, sin respeto a los derechos humanos en varias naciones?
El hecho simple, puro e indiscutible es que la mayoría de los canarios nos sentimos españoles sin reservas. Ahí está para demostrárselo a don Pepone y a Antonio Cubillo Ferreira el júbilo que despertó en nuestro archipiélago el hecho de que la selección española de balompié obtuviera el título de campeona mundial - a mí, particularmente, me resultó indiferente, y no porque no me considere español, que sí, sino porque ese "deporte" tan profesionalizado y en el que se invierten enormes fortunas en pagarles a unos jugadores por dar patadas a un balón me parece inmoral cuando tanta gente está malviviendo bajo el umbral de la pobreza -como se dice eufemísticamente ahora- y muchas personas padeciendo hambre -lo mismo digo de tenistas, baloncentistas, corredores de automóviles, etc-. Esta es una prueba concluyente de españolidad por parte de cientos de miles de canarios que presenciaron por televisión los partidos y que celebraron los triunfos del seleccionado hispano; si no se hubieran sentido españoles habrían sido indiferentes ante ellos. ¿Es que lo ven y comprenden don Pepone , Cubillo y sus escasos adláteres?
Pero a pesar de estos síntomas de una posible paranoia, yo, particularmente, no creo que don Pepone la padezca, y que por lo tanto no sea responsable de sus ataques a los grancanarios - que no canariones, gentilicio despectivo inventado por el hipócrita antigrancanario Elfidio Alonso- y a los españoles de la Península. Estoy absolutamente convencido de que es plenamente consciente de todo lo que escribe, y por ende totalmente responsable: porque SABE que el verdadero e histórico nombre de nuestra isla es GRAN CANARIA -GRAN,GRAN,GRAN, como gritara el Consejero de Presidencia y de Justicia del Gobierno Autónomo, José Miguel Ruano, cuando uno de sus compañeros en el ejecutivo autonómico, chicharrerón, obviamente, influido por don Pepone, la llamó Canaria-.
Porque SABE que no somos los grancanarios los que rapiñamos a Tinerfelandia sino al revés, no hay más que ver que isla es la mayor beneficiada por los presupuestos del Jodierno Atinómico.
Porque SABE que nuestros hospitales están peor dotados que los de Chicharrelandia -aquí no se dispone de una cámara para atender a los submarinistas que bajan a las profundidades marinas y sufren descomprensión, mientras que allá si la hay -y quizá hasta en plural- y ¡hasta en Lanzarote! -lo que no me parece mal en modo alguno-, islas a las que tiene que viajar los nuestros para ser atendidos, y en los de Tinerfelandia se realizan transplantes de órganos que en los de aquí, a pesar de contar con excelentes especialistas no se hacen porque no los autoriza la Consejería de Sanidad, e incluso se han llevado la de intervenciones del corazón, que gozaba de prestigio nacional.
Porque SABE que la ÚNICA CIUDAD del archipiélago que tiene historia y cultura es la Ciudad Real de Las Palmas de Gran Canaria, donde nacieron los tres únicos canarios -grancanarios y palmenses- con proyección universal como el escritor Benito Pérez Galdós, el tenor Alfredo Kraus y el barítono Néstor de la Torre, así como destacados escritores, pintores, escultores, músicos, arquitectos, etc, y que por la tanto es la ÚNICA de Canarias que puede presentar su candidatura a Capital Europea de la Cultura; si la consiguiera puede que le diera un infarto de la rabia que le produciría.
Porque SABE que su Santa Cruz -¿será verdaderamente santa esa cruz?- fue un miserable barrio portuario de La Laguna, a la que arrebató con malas artes la capitalidad de la isla y el triunfo sobre la flotilla británica, en la que Nelson era un segundón. Que SABE que aquí fueron derrotados Drake, Hawkins y van der Does, con importantes flotas en número de naves y fuerzas militares.
Porque SABE que durante más de tres siglos la capital de Canarias fue la Ciudad Real de Las Palmas, donde residieron todos los organismos de la Corona y de la Iglesia -tanto el obispado como la catedral tiene el nombre de Canarias. Que SABE que el Colegio Notarial se denominaba hasta hace relativamente poco Colegio Notarial de Las Palmas, con extensión sobre todas las islas, y que por una nada elegante maniobra del Jodierno Atinómico, con la complicidad de los renegados consejeros "grancanarios", ahora recibe el nombre de Colegio Notarial de Canarias, conculcando la historia (ignoro si la sede continuará en nuestra ciudad, si habrá sido traslada para allá, o si se ha dividido en dos).
Porque SABE que el centro histórico de Las Palmas de Gran Canaria -Vegueta-Triana- contiene más valores arquitectónicos que La Laguna, y que su Santa Cruz, por supuesto, para recibir el título de Patrimonio de la Humanidad, que por la apatía y desinterés de Jerónimo Saavedra no se ha tramitado el expediente que inició Josefa Luzardo con base en el magnífico estudio realizado por el historiador Alfredo Herrera Piqué. Porque SABE que el Puerto de la Luz es infinitamente superior al de su Santa Cruz.
Porque SABE que el aeropuerto de Gando es más seguro e importante que los dos de su isla juntos. Porque sabe que el siniestro Sanedrín de Vegueta es una invención suya. Porque sabe que Gran Canaria, a pesar de ser la tercera isla en extensión es muy superior en todos los aspectos: económicos, sociales, culturales, artísticos, playísticos y hasta paisajísticos a la primera en superficie, su Chicharrelandia, pero segunda, y en algunos aspectos cuarta, -en playas, por ejemplo- en todo lo demás.
Porque SABE que importantes empresarios grancanarios -J.S.P., La Isleña, RACSA y otros- han construido instalaciones en su isla, creando puestos de trabajo; ¿cuántos de las pocos de allá han hecho algo similar aquí? En fin, para no hacer exhaustiva la relación, porque SABE que está mintiendo en todos sus ataques a Gran Canaria ya que la odia mortalmente y estoy completamente seguro de que su máxima alegría sería que se arruinara económicamente o que desapareciera del mapa. Por todo esto no puedo aceptar que sea un paranoico porque es plenamente consciente, insisto, de que miente para inocular a sus lectores ignorantes la aversión visceral que siente hacia Gran Canaria, no sabemos porqué, aunque me atrevo a asegurar que es porque es la isla más importante en todo, y esto le provoca un gigantesco complejo de inferioridad.
Y además no deja de ser risible que pretenda que en su utópica República Independiente Canaria la capital de la nación canaria sea su Santa Cruz de Tinerfelandia. ¿Es que cree que los grancanarios lo consentiríamos? Qué cedamos ante sus pretensiones hegemónicas, como sucedió con el tramposo Pacto de Medinaceli, celebrado en Madrid el 29 de Abril de 1982, en el que el traidor a Gran Canaria, su isla natal, José Miguel Bravo de Laguna, Presidente del Comité Provincial de Las Palmas de UCD, consintió en que la sede del Parlamento radicara en La Laguna, y posteriormente, ante las protestas de los chicharrerones, en Santa Cruz -y este nefasto sujeto ha sido nombrado por el Cabildo de Gran Canaria Hijo Predilecto de la isla por haberla traicionado, mientras que Benito Pérez Galdós y Alfredo Kraus solamente han recibido el Can de oro, simple distinción y no máximo honor como es el de Hijo Predilecto, que también se otorgó al oficinista Rafael Nebot, todo un dislate.
No creo que nuestros actuales políticos consintieran -utópicamente hablando porque esa disparatada independencia no la lograrán estos iluminados "próceres"- que un pueblo como Santa Cruz, que tiene un poco más de la mitad de habitantes que La Ciudad Real de Las Palmas de Gran Canaria se convirtiera en la capital de esa nación canaria de sus delirios; aunque no me fío mucho de ellos -de nuestros políticos- a tenor de lo que han realizado hasta ahora. Don Pepone, con total seguridad, querrá repetir los expolios que hicieron los chicharrerones cuando Santa Cruz fue capital única, conseguida con intrigas y adulamientos, como es habitual en ellos, arrasando nuestros bosques, entre otros hechos reprobables, para procurarse leña, mientras mantenían intactos los suyos y los de las otras islas orientales, como relata el historiador Agustín Millares Cantero en su interesante libro "Santa Cruz dominadora", cuya lectora produce escalofríos por las tropelías y saqueos que cometieron en Gran Canaria, y cuya lectura recomiendo a los grancanarios para que tengan conocimiento de esos actos vandálicos, que hay que evitar puedan reproducirse por la debilidad o condescendencia de nuestra clase política. En caso de que ese grotesco hecho -siempre hablando en hipótesis- llegara a producirse -que no sucederá por razones obvias- habría que movilizar al pueblo grancanario en una gigantesca manifestación de rechazo a tal pretensión.
Yo espero que nuestros representantes que salgan elegidos en las próximas elecciones de Mayo del próximo año, ante la reforma de Estatuto de Autonomía, exijan que tanto la capitalidad como el parlamento sean compartidos, como mal menor, aunque deberían tener sus sedes en Las Palmas de Gran Canaria a la que corresponden por su historia y su importancia, y si no que la capital estuviera en una ciudad y el parlamento en otra con carácter fijo. De seguir con el actual sistema insisto que como Gran Canaria es la sempiterna perdedora, por la apatía de nuestros políticos, que "no tienen pundonor y lo que hay que tener", como le dice seña Rita a Julián en La verbena de La Paloma, se luche, como hicieron los patricios que lograron la división provincial, para que se constituya en Comunidad Autónoma.
La tercera obsesión de don Pepone es el proyectado tren al Sur de Gran Canaria, que intenta, sin éxito, ridiculizar, acusando de prevaricadores y malversadores a los políticos grancanarios que abanderan esta iniciativa, y que son, principalmente, el presidente del Cabildo de Gran Canaria, José Miguel Pérez, y el vicepresidente de la misma institución, Román Rodríguez, y aunque no da sus nombres son perfectamente identificables por sus declaraciones públicas sobre el tema. Que tenga cuidado con lo que escribe don Pepone porque se está adentrando peligrosamente en lo que exponen los artículos 208 y 209 del Código Penal, y los aludidos pueden llegar al límite de su paciencia por estas imputaciones y proceder judicialmente contra él, que creo que ya se está tardando en ello. Igualmente, en mi opinión, por su reiterada incitación al odio hacia Gran Canaria y a los en ella nacidos se le podría aplicar el artículo 510, apartados 1 y 2 del citado Código. Ya va siendo hora de que el presidente del Cabildo de Gran Canaria, como máximo representante de nuestra isla y de sus habitantes, sobre todo de los que en ella hemos nacido y vivido, presente una demanda en los juzgados contra este insultador sistemático e incitador al odio de los tinerfeñones contra los grancanarios "con conocimiento de la falsedad o temerario desprecio a la verdad" -como consta en el apartado 2 del mencionado artículo 510 del Código Penal- difunde información injuriosa sobre nosotros los grancanarios.
Afortunadamente no habrá nación canaria, y don Pepone, una vez más, habrá hecho el mayor de los ridículos, dándole palos al agua, y se sentirá enormemente frustrado ante lo estéril de sus pretensiones. Al no conseguir la supresión del Gran del nombre de nuestra isla, la realización del tren al Sur -que a mí, particularmente no me parece un acierto, pero estoy completamente abierto a cambiar mi opinión si los resultados demuestran su eficacia-, y la tan ansiada independencia de España, su impotencia aumentará su sufrimiento al no ver cumplidos sus pueriles deseos. Y, sincera y objetivamente, no lo lamento.
Carmelo Dávila Nieto
Tremendo padecimiento el de este hombre, "justo e imparcial" donde los haya, que ve, impasible al desaliento, como absolutamente nadie le sigue en sus pretensiones independentistas, salvo media docena escasa de "iluminados patriotas", entre los que se encuentra el hombre que provocó con la colocación de unas bombas caseras en el aeropuerto de Gran Canaria el máximo accidente mundial de aviación en el aeródromo de Los Rodeos, con más de quinientas víctimas, por el que ostenta la bochornosa y lamentable plusmarca universal de los desastres aéreos, aunque ocurriera en tierra no en el aire por las pésimas condiciones meteorológicas -la persistente niebla- del referido centro aeroportuario lagunero, en el que ya se habían producido con anterioridad varios siniestros, y que incomprensiblemente continúa abierto -en cualquier otra nación con un mínimo de responsabilidad política, de la que, lamentablemente, España continúa alejadísima, habría sido clausurado sin dilación-, y con millonarias inversiones pagadas por todos los españoles -incluidos los canarios de las restantes islas-, esos que son nuestros opresores y esquilman nuestras incontables riquezas. Escribía más arriba, porque me he perdido un poco en la redacción de este artículo, que entre esa media docena de "Padres de la Patria Canaria" se halla el hombre que provocó ese horrible accidente de aviación en el peligrosísimo aeropuerto de Los Rodeos al haberse desviado a él los vuelos que se dirigían a Gando por la amenaza de bombas, (quizá también hubo cierta precipitación en el director del aeródromo grancanario al cerrarlo, pero hay que comprenderlo porque él no sabía la potencia de los artefactos), que no es otro que ese adalid de la independencia de Canarias, fundador y "cerebro" del MPAIAC, Antonio Cubillo Ferreira, descendiente directísimo de los menceyes, como demuestran categóricamente sus dos apellidos, de sólida raigambre canaria, sobre todo tinerfeñona, y que por su culpa también sufrió mutilaciones en su cuerpo una inocente trabajadora de una floristería en el aeropuerto de Gran Canaria.
Cubillo, como buen chicharrerón, no ordenó la colocación de esas bombas caseras en el de su isla natal sino en el nuestro, para perjudicarnos, esto lo considero indiscutible, pero el proyecto le salió al revés, desgraciadamente para las víctimas, y sus seguidores "grancanarios" le obedecieron sin objeciones; seguro que si lo hubiera planificado para Los Rodeos sus acólitos chicharrerones no le habrían hecho caso; también cabe la posibilidad de que las bombas las colocara un comando chicharrerón desplazado para ese fin a nuestra isla, lo que no nos sorprendería.
Estoy por considerar, por el calibre de las mencionadas tres fijaciones en la mente de don Pepone, que no cesa de repetir en todos sus escritos, que aunque no los firme -lo que demuestra, además, su cobardía- se adivina su autoría por la reiteración constante, continua y sistemática de ellas, que -y no pretendo constituirme en psiquiatra- este "sanote y noblote" sujeto padece una agudísima paranoia -"Perturbación mental fijada en una idea o en un orden de ideas", la define la Real Academia de la Lengua Española-, lo que le disculparía al ser una grave enfermedad mental, que supera su intelecto, concediéndole que lo posea. Pero para llegar a este diagnóstico -la paranoia- sería necesario un profundo examen por expertos en psiquiatría, que estimo debería ser tomado en consideración por las autoridades políticas, tanto nacionales en el tema de la independencia ya que reiterativamente está incitando al pueblo canario a la rebelión y desobediencia civil, en palmaria conculcación de la Constitución, y por las locales, o sea las que representan a Gran Canaria, la isla insultada y vejada por él, a la que califica, entre otras "lindezas", de rapiñadora de los dineros, derechos e instituciones tinerfenonas, que es lo mismo que llamarla ladrona. Así de claro.
Y si esos profesionales expertos en examinar y analizar la mente humana para detectar sus enfermedades dictaminan que don Pepone padece paranoia, pues que se le inhabilite para seguir escribiendo porque en modo alguno puede consentirse que un demente esté continuamente agrediendo con sus escritos a los habitantes de una isla -Gran Canaria- y a los de una nación -España- en la que están integradas nuestras islas desde hace varios siglos, al margen de que sus conquistadores cometieran desmanes, injusticias y atropellos con los aborígenes, que ni disculpo ni justifico -¿Cómo se mantiene todavía el nombre del sanguinario exterminador Pedro de Vera en una calle de Las Palmas de Gran Canaria?-, pero si, en cierto modo son comprensibles por la mentalidad de aquellas épocas. ¿Qué conquista de cualquiera país europeo no se realizó por la fuerza de las armas y fue incruenta? Que se repase la historia universal. ¿Y no continúan ejecutándose crueldades en pleno siglo XXI, sin respeto a los derechos humanos en varias naciones?
El hecho simple, puro e indiscutible es que la mayoría de los canarios nos sentimos españoles sin reservas. Ahí está para demostrárselo a don Pepone y a Antonio Cubillo Ferreira el júbilo que despertó en nuestro archipiélago el hecho de que la selección española de balompié obtuviera el título de campeona mundial - a mí, particularmente, me resultó indiferente, y no porque no me considere español, que sí, sino porque ese "deporte" tan profesionalizado y en el que se invierten enormes fortunas en pagarles a unos jugadores por dar patadas a un balón me parece inmoral cuando tanta gente está malviviendo bajo el umbral de la pobreza -como se dice eufemísticamente ahora- y muchas personas padeciendo hambre -lo mismo digo de tenistas, baloncentistas, corredores de automóviles, etc-. Esta es una prueba concluyente de españolidad por parte de cientos de miles de canarios que presenciaron por televisión los partidos y que celebraron los triunfos del seleccionado hispano; si no se hubieran sentido españoles habrían sido indiferentes ante ellos. ¿Es que lo ven y comprenden don Pepone , Cubillo y sus escasos adláteres?
Pero a pesar de estos síntomas de una posible paranoia, yo, particularmente, no creo que don Pepone la padezca, y que por lo tanto no sea responsable de sus ataques a los grancanarios - que no canariones, gentilicio despectivo inventado por el hipócrita antigrancanario Elfidio Alonso- y a los españoles de la Península. Estoy absolutamente convencido de que es plenamente consciente de todo lo que escribe, y por ende totalmente responsable: porque SABE que el verdadero e histórico nombre de nuestra isla es GRAN CANARIA -GRAN,GRAN,GRAN, como gritara el Consejero de Presidencia y de Justicia del Gobierno Autónomo, José Miguel Ruano, cuando uno de sus compañeros en el ejecutivo autonómico, chicharrerón, obviamente, influido por don Pepone, la llamó Canaria-.
Porque SABE que no somos los grancanarios los que rapiñamos a Tinerfelandia sino al revés, no hay más que ver que isla es la mayor beneficiada por los presupuestos del Jodierno Atinómico.
Porque SABE que nuestros hospitales están peor dotados que los de Chicharrelandia -aquí no se dispone de una cámara para atender a los submarinistas que bajan a las profundidades marinas y sufren descomprensión, mientras que allá si la hay -y quizá hasta en plural- y ¡hasta en Lanzarote! -lo que no me parece mal en modo alguno-, islas a las que tiene que viajar los nuestros para ser atendidos, y en los de Tinerfelandia se realizan transplantes de órganos que en los de aquí, a pesar de contar con excelentes especialistas no se hacen porque no los autoriza la Consejería de Sanidad, e incluso se han llevado la de intervenciones del corazón, que gozaba de prestigio nacional.
Porque SABE que la ÚNICA CIUDAD del archipiélago que tiene historia y cultura es la Ciudad Real de Las Palmas de Gran Canaria, donde nacieron los tres únicos canarios -grancanarios y palmenses- con proyección universal como el escritor Benito Pérez Galdós, el tenor Alfredo Kraus y el barítono Néstor de la Torre, así como destacados escritores, pintores, escultores, músicos, arquitectos, etc, y que por la tanto es la ÚNICA de Canarias que puede presentar su candidatura a Capital Europea de la Cultura; si la consiguiera puede que le diera un infarto de la rabia que le produciría.
Porque SABE que su Santa Cruz -¿será verdaderamente santa esa cruz?- fue un miserable barrio portuario de La Laguna, a la que arrebató con malas artes la capitalidad de la isla y el triunfo sobre la flotilla británica, en la que Nelson era un segundón. Que SABE que aquí fueron derrotados Drake, Hawkins y van der Does, con importantes flotas en número de naves y fuerzas militares.
Porque SABE que durante más de tres siglos la capital de Canarias fue la Ciudad Real de Las Palmas, donde residieron todos los organismos de la Corona y de la Iglesia -tanto el obispado como la catedral tiene el nombre de Canarias. Que SABE que el Colegio Notarial se denominaba hasta hace relativamente poco Colegio Notarial de Las Palmas, con extensión sobre todas las islas, y que por una nada elegante maniobra del Jodierno Atinómico, con la complicidad de los renegados consejeros "grancanarios", ahora recibe el nombre de Colegio Notarial de Canarias, conculcando la historia (ignoro si la sede continuará en nuestra ciudad, si habrá sido traslada para allá, o si se ha dividido en dos).
Porque SABE que el centro histórico de Las Palmas de Gran Canaria -Vegueta-Triana- contiene más valores arquitectónicos que La Laguna, y que su Santa Cruz, por supuesto, para recibir el título de Patrimonio de la Humanidad, que por la apatía y desinterés de Jerónimo Saavedra no se ha tramitado el expediente que inició Josefa Luzardo con base en el magnífico estudio realizado por el historiador Alfredo Herrera Piqué. Porque SABE que el Puerto de la Luz es infinitamente superior al de su Santa Cruz.
Porque SABE que el aeropuerto de Gando es más seguro e importante que los dos de su isla juntos. Porque sabe que el siniestro Sanedrín de Vegueta es una invención suya. Porque sabe que Gran Canaria, a pesar de ser la tercera isla en extensión es muy superior en todos los aspectos: económicos, sociales, culturales, artísticos, playísticos y hasta paisajísticos a la primera en superficie, su Chicharrelandia, pero segunda, y en algunos aspectos cuarta, -en playas, por ejemplo- en todo lo demás.
Porque SABE que importantes empresarios grancanarios -J.S.P., La Isleña, RACSA y otros- han construido instalaciones en su isla, creando puestos de trabajo; ¿cuántos de las pocos de allá han hecho algo similar aquí? En fin, para no hacer exhaustiva la relación, porque SABE que está mintiendo en todos sus ataques a Gran Canaria ya que la odia mortalmente y estoy completamente seguro de que su máxima alegría sería que se arruinara económicamente o que desapareciera del mapa. Por todo esto no puedo aceptar que sea un paranoico porque es plenamente consciente, insisto, de que miente para inocular a sus lectores ignorantes la aversión visceral que siente hacia Gran Canaria, no sabemos porqué, aunque me atrevo a asegurar que es porque es la isla más importante en todo, y esto le provoca un gigantesco complejo de inferioridad.
Y además no deja de ser risible que pretenda que en su utópica República Independiente Canaria la capital de la nación canaria sea su Santa Cruz de Tinerfelandia. ¿Es que cree que los grancanarios lo consentiríamos? Qué cedamos ante sus pretensiones hegemónicas, como sucedió con el tramposo Pacto de Medinaceli, celebrado en Madrid el 29 de Abril de 1982, en el que el traidor a Gran Canaria, su isla natal, José Miguel Bravo de Laguna, Presidente del Comité Provincial de Las Palmas de UCD, consintió en que la sede del Parlamento radicara en La Laguna, y posteriormente, ante las protestas de los chicharrerones, en Santa Cruz -y este nefasto sujeto ha sido nombrado por el Cabildo de Gran Canaria Hijo Predilecto de la isla por haberla traicionado, mientras que Benito Pérez Galdós y Alfredo Kraus solamente han recibido el Can de oro, simple distinción y no máximo honor como es el de Hijo Predilecto, que también se otorgó al oficinista Rafael Nebot, todo un dislate.
No creo que nuestros actuales políticos consintieran -utópicamente hablando porque esa disparatada independencia no la lograrán estos iluminados "próceres"- que un pueblo como Santa Cruz, que tiene un poco más de la mitad de habitantes que La Ciudad Real de Las Palmas de Gran Canaria se convirtiera en la capital de esa nación canaria de sus delirios; aunque no me fío mucho de ellos -de nuestros políticos- a tenor de lo que han realizado hasta ahora. Don Pepone, con total seguridad, querrá repetir los expolios que hicieron los chicharrerones cuando Santa Cruz fue capital única, conseguida con intrigas y adulamientos, como es habitual en ellos, arrasando nuestros bosques, entre otros hechos reprobables, para procurarse leña, mientras mantenían intactos los suyos y los de las otras islas orientales, como relata el historiador Agustín Millares Cantero en su interesante libro "Santa Cruz dominadora", cuya lectora produce escalofríos por las tropelías y saqueos que cometieron en Gran Canaria, y cuya lectura recomiendo a los grancanarios para que tengan conocimiento de esos actos vandálicos, que hay que evitar puedan reproducirse por la debilidad o condescendencia de nuestra clase política. En caso de que ese grotesco hecho -siempre hablando en hipótesis- llegara a producirse -que no sucederá por razones obvias- habría que movilizar al pueblo grancanario en una gigantesca manifestación de rechazo a tal pretensión.
Yo espero que nuestros representantes que salgan elegidos en las próximas elecciones de Mayo del próximo año, ante la reforma de Estatuto de Autonomía, exijan que tanto la capitalidad como el parlamento sean compartidos, como mal menor, aunque deberían tener sus sedes en Las Palmas de Gran Canaria a la que corresponden por su historia y su importancia, y si no que la capital estuviera en una ciudad y el parlamento en otra con carácter fijo. De seguir con el actual sistema insisto que como Gran Canaria es la sempiterna perdedora, por la apatía de nuestros políticos, que "no tienen pundonor y lo que hay que tener", como le dice seña Rita a Julián en La verbena de La Paloma, se luche, como hicieron los patricios que lograron la división provincial, para que se constituya en Comunidad Autónoma.
La tercera obsesión de don Pepone es el proyectado tren al Sur de Gran Canaria, que intenta, sin éxito, ridiculizar, acusando de prevaricadores y malversadores a los políticos grancanarios que abanderan esta iniciativa, y que son, principalmente, el presidente del Cabildo de Gran Canaria, José Miguel Pérez, y el vicepresidente de la misma institución, Román Rodríguez, y aunque no da sus nombres son perfectamente identificables por sus declaraciones públicas sobre el tema. Que tenga cuidado con lo que escribe don Pepone porque se está adentrando peligrosamente en lo que exponen los artículos 208 y 209 del Código Penal, y los aludidos pueden llegar al límite de su paciencia por estas imputaciones y proceder judicialmente contra él, que creo que ya se está tardando en ello. Igualmente, en mi opinión, por su reiterada incitación al odio hacia Gran Canaria y a los en ella nacidos se le podría aplicar el artículo 510, apartados 1 y 2 del citado Código. Ya va siendo hora de que el presidente del Cabildo de Gran Canaria, como máximo representante de nuestra isla y de sus habitantes, sobre todo de los que en ella hemos nacido y vivido, presente una demanda en los juzgados contra este insultador sistemático e incitador al odio de los tinerfeñones contra los grancanarios "con conocimiento de la falsedad o temerario desprecio a la verdad" -como consta en el apartado 2 del mencionado artículo 510 del Código Penal- difunde información injuriosa sobre nosotros los grancanarios.
Afortunadamente no habrá nación canaria, y don Pepone, una vez más, habrá hecho el mayor de los ridículos, dándole palos al agua, y se sentirá enormemente frustrado ante lo estéril de sus pretensiones. Al no conseguir la supresión del Gran del nombre de nuestra isla, la realización del tren al Sur -que a mí, particularmente no me parece un acierto, pero estoy completamente abierto a cambiar mi opinión si los resultados demuestran su eficacia-, y la tan ansiada independencia de España, su impotencia aumentará su sufrimiento al no ver cumplidos sus pueriles deseos. Y, sincera y objetivamente, no lo lamento.
Carmelo Dávila Nieto