Mientras en Santa Cruz de Tenerife magnifican
su supuesta victorita sobre la flotilla de Nelson, en la Ciudad Real de Las
Palmas de Gran Canaria –que es su verdadero nombre- rebajamos nuestras victorias sobre invasores
como Drake o van der Does, muy superiores a la chicharrera sobre el capitán de
navío británico en funciones de contralmirante. Digo esto porque, aunque casi
diariamente, en mi habitual paseo matutino, paso ante la casa en la que vivió y
murió Viera y Clavijo, en la plaza de Santa Ana, hasta el día 16 no había
detenido mi vista en una de las placas
colocadas en su fachada, y con gran
perplejidad he leído: “El holandés Pieter van der Does atacó esta ciudad el 26
de Junio de 1599. Tras la resistencia heroica de la isla, la abandonó después
de saquearla. Esta fue la gesta de guerra más señalada de la historia de
Canarias. Fiestas Fundacionales, 22 de Junio 1999”.
Se observará que no se indica el grado militar
de van der Does sino se pone simplemente el holandés –como si fuera el errante
de la leyenda-, ni tampoco se señala que fue derrotado en el Batán, en el Monte
Lentiscal, en su marcha hacia el interior de la isla para conquistarla. Pieter
van der Does era el almirante de una potente escuadra integrada por 74 navíos
de guerra, enarbolando su insignia en el
Hollandsche Thuyn, con un ejército de 8.000 oficiales y soldados, a los que hay
que añadir las tripulaciones, con las que se
superaban los 10.000 hombres, y su intención,
después de tomar Gran Canaria –la isla donde residían todos los organismos de
la corona castellana y los religiosos-, era la conquista del archipiélago.
Después de la derrota en la colina del Batán,
en el Monte Lentiscal, en el actual municipio de Santa Brígida –que entonces no
existía como tal-, los holandeses, que se retiraron en desbandada, dejando
numerosísimos muertos, y desconociendo la cantidad de los defensores isleños
así como su armamento, en su precipitada huída hacia el litoral de las
Alcaravaneras, donde habían desembarcado, saquearon la ciudad, quemaron los
retablos de la Catedral e incendiaron varios edificios, entre ellos el palacio
episcopal y la casa de Bartolomé Cairasco. Los invasores perdieron cerca de 1.500 hombres
entre el desembarco y la batalla de El Batán, y los supervivientes se
refugiaron en sus naves, y después de permanecer cuatro días más en la bahía de
las Isletas, a las primeras horas del 8 de Julio la abandonaron, dirigiéndose a
Maspalomas, donde hicieron aguada y enterraron a varios heridos que habían
fallecido.
Como se ve, la placa en cuestión es tan parca
que el desconocedor de la historia, canario o foráneo, aparte de preguntarse
quien sería el tal Pieter van der Does, creerá que simplemente saqueó la isla
–en la que no pudo acentrarse-, y no la ciudad, y que una vez realizado el
saqueo, la abandonó simplemente, satisfecho con su botín, cuando en realidad
pretendía la conquista no solo de Gran Canaria sino del archipiélago, quedando
sin enterarse de que fue derrotado y por eso partió temeroso de nuevos ataques
grancanarios. Es lamentable que por las instituciones grancanarias –en este
caso el ayuntamiento capitalino- no se informe con exactitud y veracidad de los
hechos fundamentales de su historia, mientras que quienes la tienen mínima la
exalten hasta las cotas más elevadas del patrioterismo o “chauvinismo”. Así nos
va.
Esa placa debería retirarse y sustituirse por
otra en la que se consigne la realidad de los hechos históricos con todos los
datos pertinentes al acontecimiento.
Carmelo Dávila Nieto
Investigador de la Historia de Canarias
Y miembro de la RSEAPGC.