Sostengo la tesis de que el llamado en su libro "El pleito insular"  por el que fuera en vida notario tinerfeñón Marcos Guimerá Peraza, por  el enfrentamiento entre Santa Cruz de Tinerfelandia y Las Palmas por la  capitalidad provincial tuvo su origen en el traslado de los capitanes  generales a Tinerfelandia, que habían radicado en la Ciudad Real de Las  Palmas desde 1589, con Felipe II, aunque ya desde la conquista  castellana el mando militar del archipiélago estuvo en nuestra ciudad, y  Fernández de Lugo, conquistador de la isla del Teide, fue el Adelantado  del gobernador de Gran Canaria, de cuya autoridad dependía, no de la  reina Isabel de Castilla, como por allá afirman sin fundamento alguno.
En 1661, el capitán general Jerónimo de Benavente comenzó a pasar  temporadas en La Laguna, alegando como pretexto los negocios vinícolas  -¿Qué tiene que ver el vino con la milicia? Absolutamente nada-. Pero  fue en 1723 -en el que comienza la denominación de comandante general-  cuando Lorenzo Fernández de Villavicencio, marqués de Valhermoso,  desacatando la Real Cédula de Felipe V que le ordenaba residir en Las  Palmas fija definitivamente su residencia en Tinerfelandia, primero en  La Laguna y poco tiempo después se trasladó a su barrio porteño, Santa  Cruz, lugar hórrido, pequeño y de escasos habitantes, pero que con esto  comenzó su desarrollo urbano y económico puesto que Fernández  Villavicencio y sus sucesores lo favorecieron descaradamente en  detrimento de Las Palmas.
Desde esa época tan lejana ya evidenciaron los  chicharrerones sus extraordinarias dotes para la intriga y la adulación  a los personajes públicos nacionales, que ha continuado hasta nuestros  días, que le son congénitos. Lo que asombra es que el rey no castigara  el desacato del comandante general y lo destituyese ipso facto, aunque  quizá también los chicharrerones ejercieran la vil adulación al monarca.  Aquí comenzaron las hostilidades entre las dos islas. Después Santa  Cruz consiguió su segregación de La Laguna y la consideración de villa  exenta como premio a la "victoria" sobre la insignificante flotilla británica  integrada por tres grandes naves y seis pequeñas, con unos novecientos  hombres, que mandaba el comandante Troubridge y en la que estaba Horacio  Nelson, que entonces era un simple capitán de navío, y cuyo objetivo  era apoderarse de un galeón que llevaba a la península un cargamento de  metales preciosos procedente de las colonias americanas, que no pudo  lograr, pero no se entiende como Troubridge, con tan escasos efectivos,  tuvo la "brillante" idea de pretender conquistar Tinerfelandia, que  entonces contaría con una población de unas 50.000 personas,  aproximadamente, por lo que la descabellada empresa estaba de antemano  condenada al fracaso por la superioridad numérica de los habitantes de  la isla, pero aun así consiguieron desembarcar algunos cientos y hacerse  fuertes en el convento de san Francisco, resistiendo 24 horas el  asedio, pero al fin tuvieron que capitular.
Los chicharrerones han  magnificado este hecho como si hubiera sido una gran armada y Nelson en  aquel momento el famoso y gran almirante, triunfador, aunque muerto, en  la batalla de Trafalgar, y han conseguido que en el lema del escudo de  Santa Cruz figure Invicta, cuando este adjetivo corresponde en puridad a  La Laguna, que era la ciudad y aquella su barrio portuario. Un delirio  más de sus calenturientas mentes. Más adelante, siendo todavía villa  pretendió hacerse con la capitalidad de Canarias en las Cortes de Cádiz,  pero el canónigo grancanario Pedro Gordillo, con encendido y elocuente  verbo, demostró en dichas Cortes los históricos e indiscutibles derechos  de la Ciudad Real de Las Palmas, donde tenían su sede la Real Audiencia  de Canarias, el Obispado de Canarias, el Tribunal de la Inquisición  -por desgracia- y otros organismos de rango civil, y ante estos sólidos  argumentos las Cortes gaditanas acordaron el 16 de Diciembre de 1812,  que fuera el lugar de la junta preparatoria para la constitución de la  Diputación Provincial, pero dos o tres días después de esta sesión  arriba a Cádiz una nave enviada desde Tenerife por el comandante general  Pedro Rodríguez de la Buría, comunicando que había creado por su  decisión personal y arbitraria la Diputación Provincial en Santa Cruz  -esta embarcación llegó en tiempo tan insólitamente breve porque contó  con vientos favorabilísimos, y allá dijeron que había sido designio  divino y celebraron un Te Deum en acción de 
gracias-,  incomprensiblemente las Cortes de Cádiz aceptaron esta artera maniobra y  se retractaron de su anterior acuerdo favorable a nuestra ciudad.
En  1833, durante el reinado de Isabel II, se produjo la división  administrativa de España en 49 provincias, y el Ministro de Fomento,  Francisco Javier de Burgos, ratificó a Santa Cruz en la capitalidad  provincial de Canarias, gracias, una vez más, a las bajezas y  adulonerías de los diputados chicharrerones, con lo que comienza ya de  forma contundente la tiranía chicharrerona, el terrible yugo sobre Gran  Canaria, que sufriría durante 94 años, hasta la división provincial de  1927. Lo que me sorprende, y no le encuentro justificación alguna, es  como Fernando León y Castillo, que fuera Ministro de Ultramar primero y  de Gobernación después, que pronunciara las famosas sentencias: "Todo  por Gran Canaria y para Gran Canaria" y "Sobre todo soy grancanario", no  ejerciera sus grandes influencias políticas en el Gobierno Nacional  para que a Las Palmas se le restituyese la capitalidad que desde la  época de la conquista había desempeñado al radicar en ella, como expuse  anteriormente, todos los organismos judiciales, militares -hasta 1723  por el desacato del comandante general Fernández Villavicencio, que ya  he comentado al principio de este artículo-, eclesiásticas y civiles,  aunque no existieran todavía las provincias. 
La opresión que  sufrió Gran canaria por parte de la capital provincial fue tremenda,  siendo víctima de toda clase de tropelías, entre las que hay que citar  como la más inhumana y atroz la incomunicación a que fue sometida  durante nueve meses (Junio de 1851 a Febrero de 1852) con motivo de la  epidemia de cólera, pues no solamente se les prohibió a los navíos  arribar a ella sino que se les quitaron los timones a todos los barcos  que aquí estaba fondeados para que no pudiesen salir a buscar auxilio;  la mortandad fue numerosísima, sobre todo por falta de medicamentos,  pero cuando le tocó la epidemia a Chicharrelandia si permaneció abierta y  comunicada. También arrasaron nuestros bosques, incendiándolos para  luego llevarse la leña para allá. Igualmente hubo una amenaza de  invasión chicharrerona por lo que se formaron brigadas que vigilaban  constantemente nuestras costas para dar la voz de alarma y prepararse a  la defensa si se veía alguna nave sospechosa. Estos son algunos  de los muchos ejemplos que podría relatar de los numerosos atropellos  que se cometieron sobre nuestra isla.
A los que piensen o supongan que  exagero llevado por un fanatismo extremo les remito a la lectura de la  interesante y documentada obra del historiador Agustín Millares Cantero  "Santa Cruz dominadora", que todo grancanario que se precie de serlo  debe conocer, especialmente las nuevas generaciones, para que se enteren  del odio mortal que nos han tenido, y que quizá todavía muchos  chicharrerones nos tengan envenenados por el vil don Pepone, que los  engaña y exalta con sus soflamas en el panfleto El Día-rrea, educándolos  en el santo temor a Dios y en el eterno odio a Gran Canaria. 
 En  un número de la revista Sansofé, que editaba la entonces Caja Insular de  Ahorros -hoy Caja de Canarias, integrada en Bankia-, se publicó un  artículo, creo que en el año 1970 ó 1971, que no recuerdo ahora con  precisión, de cuyo autor tampoco me acuerdo, titulado "La división  provincial, un error histórico", afirmando que había sido iniciativa y  obra de la derecha grancanaria para mantener sus prerrogativas. El  "patinazo" del redactor de este censurable trabajo es mayúsculo y  demuestra su absoluta ignorancia del tema y de las enormes tropelías que  tuvieron que sufrir los grancanarios de aquella época nefasta para  nuestra isla. ¿Quería el firmante de ese desacreditado artículo que los  habitantes de Gran Canaria estuvieran peor que esclavizados por los  cruelísimos amos chicharrerones?
Parece que sí. Estoy totalmente de  acuerdo con Agustín Millares Cantero cuando en la susoreferida obra  afirma que la división provincial FUE UN INCUESTIONABLE ACIERTO  HISTÒRICO. Imagínese el lector que hubiese sido de nuestra isla -y de  Lanzarote y Fuerteventura- de no haberse producido esa división. ¿Habría  sido La Ciudad Real de Las Palmas de Gran Canaria la más importante del  archipiélago en todos los aspectos: económicos, comerciales,  culturales, sociales, portuarios aeroportuarios, deportivos, etc del  archipiélago? Rotundamente NO porque Santa Cruz hubiese impedido por  todos los innobles procedimientos a su alcance nuestro progreso, que  hemos conseguido ÚNICAMENTE NOSOTROS por nuestros nobles afanes y  esfuerzos de pueblo emprendedor. Agustín Millares Cantero también  demuestra categóricamente que la división provincial fue obra de  la izquierda grancanaria, a la que se sumó la burguesía porque  comprendió que en ella estaba nuestra posibilidad de liberarnos del  infamante yugo que nos oprimía y que impedía nuestro adelanto.
Pienso  que el autor de ese desafortunado y provocador artículo si ha leído el  libro de Millares Cantero se sentirá avergonzado de su ligera,  equivocada y lamentable aseveración. 
Por todas estas horribles  tropelías relatadas anteriormente, principalmente la inhumana  incomunicación total de Gran Canaria durante la epidemia de cólera,  dejando desasistida a la población de la isla -procedimiento típicamente  nazi a los que los chicharrerones se adelantaron bastantes años- los  grancanarios, sobre todo los grancanaristas, no podemos ni debemos  olvidarlos sino además hacerlos conocer a nuestro jóvenes, y ni mucho  menos perdonar a Santa Cruz de Tinerfelandia por su felonía por su  crueldad y por su vileza, que estoy seguro repetirían ahora si les fuera  posible. Los hechos expuestos son elocuentemente demostrativos de mi  afirmación. 
NUEVA CANARIAS Y LA AUTONOMÍA PARA GRAN CANARIA 
He  oído al presidente de Nueva Canarias, Román Rodríguez, denunciar  duramente en un canal local de televisión que el presidente del Jodierno  Atinómico, Paulino Rivero, ha beneficiado descaradamente durante la  legislatura que está finalizando a Tinerfelandia con numerosas  inversiones por cero para Gran Canaria. Esto quiere decir que estamos  volviendo a épocas precedentes a 1927, cuando Santa Cruz era capital  única de Canarias, ya que a esos efectos para nada sirve la capitalidad  compartida. Si esto es así señor Román Rodríguez, y no cuestiono la  veracidad de sus afirmaciones sino que lo creo porque lo he comprobado  -por ejemplo en los hospitales santacruceros se realizan intervenciones  quirúrgicas que en los nuestros no, por lo que los pacientes  grancanarios tienen que trasladarse allá para ser operados. ¿Cómo es  posible que suceda esto cuando Las Palmas de Gran Canaria es muchísima  más importante en todos los órdenes y casi la duplica en población?-  ¿por qué usted, en lugar de prestarse al juego de la actual autonomía y  participar en las elecciones, no se decide a acaudillar la Autonomía  para Gran Canaria -si Lanzarote y Fuerteventura no quieren  unírsenos allá ellos con las consecuencias- y cambia el nombre de su  partido por Nueva Gran Canaria simplemente? En lugar de un simple  diputado más en el Parlamento Regional usted podría ser el primer  presidente de la Comunidad Autónoma de Gran Canaria porque tenga la  seguridad de la gran mayoría de los grancanarios le votarían.
Examine  con detenimiento esta propuesta mía y no se obstine en una Comunidad  Autónoma de Canarias gobernada desde hace ¡20 años! por Coalición  Canalla, que no es otra cosa que ATI, y usted lo sabe muy bien porque  fue presidente autonómico, aunque benefició poco a su isla para serle  sincero, quizá influido por el entorno ático. Y si lo ha comprendido y  rectificado separándose de Coalición, bienvenido sea al grancanarismo.  Entienda que a Gran Canaria no le conviene en absoluto seguir en la  actual Comunidad Autónoma porque a pesar de la capitalidad compartida  -que no tiene efectividad para nosotros- (el Parlamento se lo regaló a  Tinerfelandia el traidor -políticamente hablando- José Miguel Bravo de  Laguna cuando era presidente provincial de Las Palmas de UCD en los  vergonzosos y claudicantes pactos de Medinaceli, en Madrid, y  paradójicamente ha sido el más votado para la presidencia del Cabildo de  Gran Canaria porque la mayoría de los votantes no conoce su traición,  de la que dice no se arrepiente, y se supone que ha de luchar y defender  a Gran Canaria desde su Cabildo)- ATI es la que real y verdaderamente  manda y gobierna con la connivencia de políticos grancanarios, como José  Manuel Soria, que cuando le expuse que se estaban llevando para allá  Consejerías y organismos autonómicos que por el Estatuto le  correspondían a Las palmas de Gran Canaria, me contestó que eso no le  importaba porque así teníamos menos funcionarios, y en ese momento era  presidente de nuestro Cabildo y se presume que debería defender a la  isla de los expolios que le hacían.
Tampoco comprendo como hay  grancanarios -que no grancanaristas, que somos los que luchamos por Gran  Canaria y la defendemos- integrados en las filas de Coalición Canalla  que se han presentado por esta formación en nuestra isla cuando son unos  meros lacayos de ATI y no podrán realizar obras que la favorezcan o  beneficien porque sus jefes se lo prohibirán ya que podrían perjudicar o  no interesar 
a Tinerfelandia. Por todo lo expuesto, señor Román  Rodríguez cambie de estrategia, olvídese de Canarias tal como la  entiende Coalición Canalla-ATI, contra la que no podrá luchar en el  terreno de ella y céntrese en Gran Canaria -ya que otros partidos no lo  hacen- para que sea usted el primer presidente de la Comunidad Autónoma  de Gran Canaria, que creo es posible según mi interpretación del  artículo 143, número 2 de la Constitución española. Esto no quiere decir  que una vez conseguida nuestra autonomía -porque ya hemos perdido las  ventajas que nos deparó la división provincial de 1927- no mantengamos  relaciones amistosas con la Comunidad Autónoma que resulte de nuestra  salida.
Usted NUNCA podrá ser presidente de la actual Comunidad Autónoma  porque los tentáculos de ATI son muy largos y menos con este absurdo  sistema electoral, que hay que cambiar urgentemente. Y no olvide que le  pueden votar para la de Gran Canaria cientos de miles de grancanaristas  bien aleccionados por una eficaz propaganda, como sucedió con la  multitudinaria manifestación a favor de nuestra Universidad, que se  logró a pesar de todos los obstáculos, impedimentos y  contramanifestación de "notables" chicharrerones que se oponían a ella.  Hecho único en el mu